Empieza a creer en ti

Hola amores,

Pronto se acerca el fin de año y con él analizamos todas nuestras vivencias durante este período, y vemos si hemos alcanzado o no nuestras metas. 
En los tiempos que corren, por desgracia, estamos viviendo situaciones difíciles, ya sea a nivel personal, de algún conocido o simplemente viendo las historias que vemos en las noticias.  A veces en nuestro día a día queremos agradar a los demás, nos sentimos mal por no conseguir nuestros objetivos y no nos vemos capaces de seguir hacia adelante.

Así que hoy quiero compartir unos pensamientos de  Ana Belén Bermúdez Fernandez en la nos habla de la autoestima y que espero que cómo a mi os haga reflexionar y os dé fuerza para quereros, creer en vosotros mismos y luchéis por vuestras ilusiones y metas.



La autoestima dice mucho de nosotros. Es el conjunto de pensamientos, sentimientos y comportamientos que tenemos hacia nosotros mismos. El cómo nos hablamos, como nos tratamos,  o el cómo nos vemos, hacen que tengamos esa percepción a veces positiva, a veces negativa de nosotros mismos.
La autoestima va muy ligada a todo lo que concierne con nuestro ser o estar, o nuestra manera de ver las cosas o nuestra valía personal. Dependiendo de lo alta o baja que esté, puede afectar a la hora de interactuar o de relacionarnos con los demás, inclusive a la hora de tomar nuestras propias decisiones. Limitándonos en nuestro día a día y viviendo la vida por inercia.
Es tan importante en nuestras vidas, que tiene una influencia brutal en nuestra manera de pensar, de sentir, de decidir o de actuar, que no deja libre a nadie. Es muy muy importante cuidarla, y contra más alta, mejor, porque si tienes aprecio por ti mismo, amor propio, humildad, confianza, seguridad y eres autosuficiente, no estarás esperando el continuo respecto, reconocimiento y aprobación de los demás, porque si no, le estás dando el poder a ellos, ¿qué tal si eres tú el que decides? ¿ qué tal si empiezas a creer en ti?
Jorge Bucay escribió un cuento muy bonito que espero os haga reflexionar tanto o más de lo que me hizo reflexionar a mí, un cuento que me lo contó Vicenç Olivé, maestro allá donde los haya del Institut Gestalt…

El verdadero valor del anillo
Érase una vez un joven que acudió a un sabio en busca de ayuda.

- Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo ganas de hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro, sin mirarlo, le dijo: «Cuánto lo siento, muchacho. No puedo ayudarte, ya que debo resolver primero mi propio problema. Quizá después…». Y, haciendo una pausa, agregó: «Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar».

-E… encantado, maestro - titubeó el joven, sintiendo que de nuevo era desvalorizado y sus necesidades postergados.

-Bien - continuó el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo meñique de la mano izquierda y, dándoselo al muchacho, añadió-: Toma el caballo que está ahí fuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, y no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó al mercado, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, que lo miraban con algo de interés hasta que el joven decía lo que pedía por él.

Cuando el muchacho mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le giraban la cara y tan sólo un anciano fue lo bastante amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era demasiado valiosa como para entregarla a cambio de un anillo. Con afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un recipiente de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.

Después de ofrecer la joya a todas las personas que se cruzaron con él en el mercado, que fueron más de cien, y abatido por su fracaso, montó en su caballo y regresó.

Cuánto hubiera deseado el joven tener una moneda de oro para entregársela al maestro y liberarlo de su preocupación, para poder recibir al fin su consejo y ayuda.

Entró en la habitación.

- Maestro -dijo-, lo siento. No es posible conseguir lo que me pides. Quizás hubiera podido conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

- Eso que has dicho es muy importante, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos conocer primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar tu caballo y ve a ver al joyero. ¿Quién mejor que él puede saberlo? Dile que desearías vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca: no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar.

El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo al chico:

- Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya mismo, no puedo darle más de cincuenta y ocho monedas de oro por su anillo.

– ¿Cincuenta y ocho monedas? -exclamó el joven.

– Sí -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de setenta monedas, pero si la venta es urgente…

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

- Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como ese anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte un verdadero experto. ¿Por qué vas por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y, diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo meñique de su mano izquierda.

Ana Belén Bermúdez Fernández
PNL-Coach

Aprovecho también para animaros a hacer unas sesiones de coaching con ella e incluso que más bonito que regalarlo para estas Navidades a vuestros seres queridos:


Un abrazo y muchos besos

Katia

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por tu comentario y no olvides de compartirlo con tus amig@s si te ha gustado!